jueves, 24 de noviembre de 2011

La nostalgia peleadora de Tupac Amaru

Cuando los españoles irrumpieron en América, estaban en su apogeo el imperio teocrático de los incas, que extendían su poder sobre lo que hoy llamamos Perú, Bolivia, Ecuador, abarcaban de Colombia y de Chile y llegaban al norte de argentino y la selva brasileña. 
Estas sociedades han dejado numerosos testimonios 
de si grandeza, a pesar de todo el largo tiempo de las devastaciones: monumentos religiosos que nada envidian a las pirámides egipcias. 
La Conquista rompió las bases 
de aquellas civilizaciones. Peores consecuencias que la sangre y el fuego de la guerra tuvo la implantación de una economía minera. 

También habían sido asombrosas las respuestas aztecas al desafío 
de la naturaleza. 
Los indígenas eran, como dice Darcy Ribeiro, el combustible del sistema productivo colonial. La esperanza del renacimiento 
de la dignidad perdida alambraría numerosas sublevaciones indígenas. En 1781, Tupac Amaru puso sitio al Cuzco. 
Este cacique mestizo, directo descendiente 
de los emperadores incas, encabezó el movimiento mesiánico y revolucionario de mayo envergadura. 
Tupac fue sometido a suplicio, junto con su esposa, sus hijos y sus principales partidarios, en la plaza del Wacaypata, en el Cuzco. Le cortaron al Lengua. 
En 1802, otro cacique descendiente 
de los incas, Astorpilco, recibió la visitas de Humboldt. 
Otros héroes que el tiempo se ocupo 
de rescatar de la derrota fueron los mexicanos Hidalgo y Morelos. 

La distribución de funciones entre el caballo y el jinete

El saqueo, interno y externo, fue el medio mas importante para la acumulación primitiva de capitales, desde ka Edad Media, hizo posible la aparición de una etapa histórica en la evolución económica mundial 
Las colonias americanas habían sido descubiertas, conquistadas y colonizadas dentro del proceso 
de la expiación del capital comercial. Ni España ni Portugal recibieron los beneficios del arrollador avance del mercantilismo capitalista, aunque fueron sus colonias las que, en media substancial. Proporcionaron oro y la plata que nutrieron esa expansión. 
Europa y necesitaba oro y plata. Los medios 
de pago de circulaciones se multiplicaban sin cesar y era preciso alimentar los movimientos del capitalismo a la hora del parto: los burgueses se apoderaban de las ciudades y fundaban bancos, producían e intercambiaban mercancías, conquistaban mercados nuevos. 
Pero no todo el excedente se evadía hacia Europa. La economía colonial también financiaba el despilfarro 
de los mercaderes, los dueños de las minas y los grandes propietarios de tierras, quien se repartían el usufructo de la mano de obra indígena y negra bajo la mirada celosa y omnipotente de la Corona y su principal asociada, la Iglesia. 
Ruinas del Potosí: El ciclo 
de la plata 

Esplendores del Potosí: el ciclo de la plata

En Potosí la plata levanto templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la fiesta, derramo la sangre y el vino, encendió la codicia y desato el despilfarro y la aventura. La espada y la cruz marchaban untas en la conquista y en el despojo colonial. Para arrancar la plata de América, se dieron cita en Potosí los capitanes y los ascetas, los caballeros de lidia y los apóstoles, los soldados y los frailes. Potosí contaba con 120.000 habitantes según el censo de 1573. Solo veintiocho años habían transcurrido desde que la cuidad brotara entre las cenizas y ya tenia la misma cantidad de habitantes que Londres y superaba a Sevilla, Madrid, Roma o París. Hacia 1650 se hizo un nuevo censo adjudicaba a Potosí 160.000 habitantes. 
La historia 
de Potosí no había nacido con los españoles. Tiempo antes de la conquista, el inca Huayna Cápac había oído hablar a sus vasallos del Sumaj Orcko, el cerro hermoso y por fin lo pudo verlo cuando se hizo llevar, enfermo, a las termas de Tarapaya. 
En 1545, el indio Huallpa corria tras las huellas 
de una llama fugitiva y se vio obligado a pasar la noche en el cerro. Para no morirse de frío ,hizo, fuego. La fogata alumbro una hebra blanca y brillante. Era plata pura. Se desencadeno la avalancha española. 
Fluyo la riqueza. El emperador Carlos V dio prontas señales 
de gratitud otorgando a Potosí el titulo de villa imperial. 

Como unos puercos hambrientos ansían el oro


A tiros 
de arcabuz, golpes de espada y soplos de peste, avanzaban los implacables y escasos conquistadores de América. Lo contaron las voces de los vencidos. Después de la matanza de Cholula, Moctezuma envió nuevos emisarios al encuentro de Hernán Cortes, quien avanzo rumbo al valle de México. Los enviados regalaron a los españoles collares de oro y banderas de plumas de quetzal. Los españoles estaban deleitándose. Hubo guerra, y finalmente Cortés, que había perdido Tenochtitlan, la reconquisto en 1521. La ciudad, devastada, incendiada y cubierta de cadáveres, cayó. 
Pedro Alvarado y sus hombre se abatieron sobre Guatemala y eran tantos los indios que mataron, que se hizo un río con su sangre, que viene a ser el Olimptepeque. 
Antes 
de que Francisco Pizarro degollara al inca Atahualpa, le arranco un rescate en andas de oro y plata que pesaban más de veinte mil marcos de plata fina y 326.000 escudos de otro finísimos. Después se lanzo sobre Cuzco.